Nací en Getxo (Vizcaya), muy lejos de las colinas de Hollywood. Fui una niña muy lectora, con una obstinada inclinación por las artes, especialmente la música y el teatro. Pasé muchos ratos de mi infancia tocando el piano y leyendo a Enid Blyton, Cornelia Funke, Roald Dahl, y escribiendo mis propias versiones de sus aventuras.

A los 18 años me mudé a Madrid para estudiar Derecho y Criminología, pensando que podría convertirme en abogada penalista algún día, o quizá en fiscal. La primera opción se hizo realidad, y durante un tiempo me gané la vida trabajando en uno de los despachos de abogados más importantes de España. Pero siempre tuve la espinita clavada de contar historias. Así que, al final, colgué la toga y seguí mi auténtica vocación hasta la industria del entretenimiento - ¡y hasta Los Ángeles!